Cien años de la URSS (y II)
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En los despectivos diagnósticos sobre la Unión Soviética poco se citan sus aportes a la cultura y la estética. Toda verdadera Revolución crea un arte verdaderamente revolucionario. Las vanguardias soviéticas inauguran la contemporaneidad. Sus constructivistas inventan el abstraccionismo, la nueva arquitectura funcional, el moblaje sin adornos inútiles, indumentarias cómodas y audaces. Sus diseñadores reinventan el arte gráfico, plasman carteles políticos que son alaridos visuales. Sus cineastas desarrollan el lenguaje del cinematógrafo como obra de arte. Sus músicos componen sinfonías que utilizan las posibilidades percutivas de los instrumentos, algunas como Molosof, a ser interpretadas con los estruendos de maquinarias industriales. Sus poetas prescinden de la rima y vociferan poemas agresivos como manifiestos. En algún momento el arte oficial retornará a un realismo socialista lírico o una figuración irónica que la crítica occidental desdeñará para luego exaltarla cuando sus artistas la reciclen como Pop o hiperrealismo. Casi no hay audacia estilística del siglo XX que no deba algo a las primeras décadas de la Revolución.
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La Unión Soviética es la verdadera triunfadora de la Segunda Guerra Mundial, al costo de unos 27 millones de vidas y de la descomunal devastación de lo logrado en un cuarto de siglo. Los Aliados la dejan combatir casi sola contra el fascismo antes de desembarcar el primer soldado en la Europa continental a mediados de 1944. Son los soviéticos quienes izan la bandera roja sobre Berlín. Desde entonces los Aliados inician contra ella la Guerra Fría, que la fuerza a dilapidar en la carrera armamentista parte significativa de su producción y a reforzar e intensificar sus mecanismos de seguridad.
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Las revoluciones brotan en el espacio que les abre la pugna entre potencias preexistentes. La soviética surgió del resquicio abierto por la lucha entre los imperios inglés, francés, estadounidense y alemán. Pero, una vez instalada, la contienda de las potencias occidentales contra ella abrió espacios para el surgimiento de nuevas revoluciones: la yugoslava, la china, la coreana, la vietnamita, la afgana, la camboyana, la cubana. Su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU impidió o estorbó muchas de las peores tropelías estadounidenses; su apoyo facilitó la descolonización de muchos países y los ayudó a mantener su independencia. La Unión Soviética sirvió de contrapeso internacional a unos Estados Unidos que de no ser por ella habrían esclavizado el planeta. Su presencia garantizó el equilibrio del mundo. Su ejemplo sirvió de inspiración en la lucha por un futuro igualitario, pacífico, socialista, humano.